EL ARREPENTIMIENTO....ES EL INICIO DE LA VICTORIA.

Hechos 17:30

30 Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;

 

La santidad es la que nos identifica como HIJOS DE DIOS, de igual manera nos da la gracia de ser coherederos con todo lo que DIOS le dio a nuestro SEÑOR JESÚS CRISTO.

La santidad es también la que nos diferencia de los que aún siguen en el MUNDO, por otro lado logra la unidad de la VERDADERA IGLESIA de CRISTO.

 

Juan 17Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Jesús ora por sus discípulos.

 

17  Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti;

como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.

Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesús el cristo, a quien has enviado.

Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.

Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.

He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.

Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti;

porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.

Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son,

10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.

11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.

12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.

13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.

14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.

16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.

18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.

19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,

21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.

22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.

23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.

24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.

25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.

26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.

 

Más la santidad significa iniciar un camino de perfección cristiana, después de haber sido perdonados y justificados por la fe en JESÚS CRISTO y sellada por su obra redentora en el madero.

 

En la Biblia encontramos que DIOS en su perfecto amor creó al ser humano perfecto (Génesis 1:26). Por lo tanto una persona es perfecta si cumple el propósito para el que DIOS lo ha creado.

El propósito de DIOS es que el hombre y la mujer sean sus colaboradores en la Creación, que generen a futuro el bienestar de todos los hombres y mujeres en la tierra. Pero ya sabemos que Adan y Eva cometieron un error el cual ya fue reparado, error que pudo haberles costado algo mas que el retiro momentáneo de la presencia de DIOS. 

 

Ellos consideraron que podían ser dioses, pero cuando se percataron de la realidad al perder el don de la perfección, no les quedo otra que ACEPTAR el error y esperar sus consecuencias; que hoy tienen al mundo en un caos total.

 

En cuanto a ser perfectos vemos que DIOS le da la clave a Abram y por ende a nosotros: 

 

Génesis 17:1Reina-Valera 1960 (RVR1960)

17  Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció el SEÑOR y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto.

 

Muchas personas, hoy en día, se creen perfectas porque se creen bellos y con dinero, creen saberlo todo y tener el poder para lograr lo que quieren. Otros recurren a una serie de artificios para lograr este fin, por ejemplo, unos recurren a la cirugía estética para corregir cualquier defecto en su físico. Otros se esfuerzan en los gimnasios por conseguir un cuerpo musculoso y aparentar un buen físico, a esa perfección no es a la que DIOS hace referencia.

 

Pero cuando uno les pregunta a estas personas, que se consideran perfectas, acerca de temas existenciales o trascendentales, muchas veces no hay respuestas. Físicamente son "perfectas", pero con respecto al conocimiento no lo son. La belleza física no es señal de perfección, es sólo un aspecto. La belleza integral es tanto física como espiritual. Hay muchas personas que sin ser bellas físicamente tienen en su interior una belleza espiritual.

 

Desde sus defectos han sabido luchar para salir adelante. De ellos tenemos que aprender mucho. Debemos siempre tener en cuenta que en todo proceso de perfección hay un margen de error, de ahí que nadie es tan perfecto en esta vida para ser libre de toda ignorancia.

 

Todo creyente en el SEÑOR al iniciar su nueva en CRISTO, empieza un nuevo camino, es decir, da lugar a un proceso nuevo de pulir su vida, de adecuarla a las nuevas exigencias de calidad de vida que demanda el evangelio; en otras palabras, es el camino a la perfección. De ahí que la vida cristiana es ese constante proceso de perfección, pero de una forma sostenida, caminando las huellas de nuestro Maestro JESÚS CRISTO. Como todo proceso, la vida cristiana no implica quedar exentos de la ignorancia o del error, de los defectos o de las tentaciones. Repetimos, la vida cristiana es un proceso de crecimiento continuo y sostenido en la fe.

 

Creer en el SEÑOR JESÚS CRISTO es nacer de nuevo, nos libera de todo pecado y nos hace vivir en libertad para actuar en confianza, sin temores. Esto es lo que el SEÑOR JESÚS explicó a Nicodemo.

 

Si en el caminar caemos, Él nos levantará y seguiremos hacia la meta. Salomón decía que no hay hombre que no peque (1 Reyes 8:46; 2 Crónicas 6:36); Un predicador del antiguo testamento nos dice que no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque (Eclesiastés 7:20); Finalmente el apóstol Pablo se gloriaba en sus debilidades para poder descansar en el poder de DIOS (2 Corintios 12:7-10).

 

Todos tenemos una carrera por recorrer, pelear muchas batallas, ganar muchas victorias y crecer mucho más para recibir el premio que el SEÑOR nos ha prometido.

 

Sólo aquél que está fortalecido en el SEÑOR y que ha vencido el mal con el bien, puede afirmar que es perfecto. No se es perfecto en la vida cristiana sólo porque ya hemos sido bautizados en la fe cristiana, porque asistimos todos los domingos al culto o porque hacemos alguna obra de bien. Pensar así es un grave error. Tenemos que vivir una vida en santidad, tanto personal como social, para poder, de esa manera, agradar a DIOS y a los hombres.

 

Para poder lograr esa perfección que el SEÑOR nos demanda es necesario limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de DIOS" (2 Corintios 7:1).  Nuestro ser necesita vivir en paz, en alegría y en plenitud. Éstos son los frutos de la santidad. Las preocupaciones, las dudas, los temores, la envidia, toda situación de pecado; atentan contra nuestro ser, porque lo contaminan. El Evangelio es el manual para aplicar esta disciplina. El desafío del SEÑOR es permanente: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mateo 5:48).

 

“Por último, el apóstol Pablo nos aconseja tener una actitud en la vida: Olvidándonos ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndonos a lo que está delante, prosigamos a la meta, al premio del supremo llamamiento de DIOS en CRISTO JESÚS" (Filipenses 3:13-14).

 

¿ES POSIBLE SER SANTO?

Pero, ¿es posible ser santo, ser santa?  ¿Cómo es posible ser perfectos como el mismo Padre celestial es perfecto? ¿Cómo es posible ser santos como DIOS es santo, si lo que constatamos tantas veces es nuestra propia fragilidad, nuestra debilidad ante la tentación, el volver a caer una y otra vez en "los mismos pecados de siempre" a pesar de nuestros esfuerzos, la dificultad para vencer hábitos que nos hacen proclives al pecado, el hacer el mal que no queríamos y dejar de hacer el bien que nos habíamos propuesto hacer?  Ha dicho el SEÑOR y en Él hemos de confiar: lo que para el hombre es imposible, es posible para DIOS. Sí, la santidad es ante todo una obra de DIOS en nosotros, que, a la vez, ciertamente requiere de nuestra cooperación. 

Por ello no debemos dar cabida al escepticismo o la desesperanza, ni tampoco hay que pretender ser una persona "excepcional" para poder ser santo.  ¡No! Podemos realmente llegar a ser santos, no sólo por nosotros mismos, sino en la medida que permanezcamos unidos al SEÑOR JESÚS como el sarmiento permanece unido a la vid.

Nuestra misión es ir por el mundo entero y proclamar el Evangelio, nunca nos cansaremos de repetir que el mejor apóstol es el santo, la santa. Pero no cualquier santo o santa a la que muchos adoran, llena de yeso y mármol.

 

 

Es necesario interiorizar esta gran verdad y vivirla cada vez más: para irradiar a CRISTO, hay que llevarlo muy dentro, al modo que lo hacía el Apóstol Pablo: No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí.

 

Muchas personas creíamos que ser SANTO era para personas especiales, pero hoy vemos que si estamos conectados al ESPIRITU SANTO seremos imagen de EL, y por ende SANTOS. El problema es salirse de su cobertura, ahí dejamos de serlo y corremos peligro.

Que el SEÑOR nos de fuerzas para seguir avanzando en nuestro camino hacia la perfección y que su Espíritu nos acompañe por siempre. Amén.